Un ataque israelí en Doha, destinado a desmantelar el liderazgo de Hamás en el exilio, resultó fallido al abandonar los dirigentes la sala para rezar, dejando atrás sus móviles, lo que indujo a error al Mossad y al Shin Bet. El incidente resultó en la muerte del hijo de Khalil al Hayya, líder de Hamás, y varios asistentes, pero la cúpula permanece intacta. La inteligencia turca y egipcia había advertido a Hamás de aumentar su seguridad. Benjamin Netanyahu describió el ataque como una operación independiente, mientras que la Casa Blanca fue notificada pero se distanció del ataque, destacando las tensiones entre aliados. Qatar niega haber recibido una advertencia anticipada de EE.UU. Las negociaciones entre Israel y Hamás en el territorio quedaron afectadas.
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