La inteligencia artificial generativa, presentada como una revolución en la automatización del trabajo creativo y técnico, está revelando su lado más humano: la necesidad de profesiones encargadas de corregir y humanizar lo que las máquinas no logran perfeccionar. A medida que aumenta el uso de IA en la creación de contenido, también crece la demanda de expertos que transforman estos productos en obras completas y satisfactorias.
Lisa Carstens, diseñadora gráfica, describe cómo su trabajo ha cambiado por la llegada de logotipos generados por IA que requieren una intervención humana significativa para corregir imperfecciones como líneas dentadas y textos ilegibles. Este fenómeno ha generado un mercado inesperado: la economía de la «post-producción de IA», donde creativos adaptan y personalizan los resultados automáticos.
Si bien estos encargos suelen tener un costo menor que los trabajos tradicionales, se están convirtiendo en una fuente estable de ingresos. Un informe del MIT destaca que el 95% de los experimentos corporativos con IA generativa no han generado el retorno de inversión esperado, en gran medida debido a las limitaciones de las herramientas actuales, que no retienen retroalimentación ni mejoran con el tiempo.
Plataformas freelance como Upwork y Fiverr confirman esta tendencia. El CEO de Freelancer, Matt Barrie, compara el envío de contenidos generados por IA a cercanos con una carta de amor escrita por una máquina: fácilmente identificables y emocionalmente vacíos. Casos como la criticada campaña de Guess en Vogue evidencian el escepticismo del público hacia productos que carecen de una profundidad emocional genuina.
El mercado no solo demanda intervenciones en el arte. Harsh Kumar, un desarrollador en India, explica cómo las aplicaciones creadas con IA presentan fallos que requieren ajustes técnicos humanos para convertirse en herramientas funcionales. Es claro que, si bien la IA puede aumentar la productividad, no sustituye el papel humano en cuanto a evaluación y adaptación crítica.
En conclusión, la irrupción de la inteligencia artificial generativa ha cambiado, pero no eliminado, la función de profesionales creativos y técnicos. La necesidad de corregir y complementar lo producido por IA evidencia este cambio y sugiere un futuro en el que la humanidad y la tecnología colaboran, destacando la importancia insustituible de la empatía y el juicio crítico en la conexión con las audiencias.