Cientos de mujeres en el norte de Ghana han sido condenadas al destierro por acusaciones infundadas de brujería, según un informe de Amnistía Internacional. La organización documenta cómo estas mujeres, en su mayoría mayores y empobrecidas, han sido expulsadas de sus comunidades y obligadas a vivir en condiciones inhumanas en campos vigilados por líderes religiosos. Las acusaciones, a menudo desencadenadas por sueños o enfermedades, son utilizadas para marginar y atacar a quienes desafían estereotipos de género. A pesar del interés del Parlamento en penalizar estas acusaciones, Amnistía afirma que los esfuerzos son insuficientes sin una campaña sostenida contra los estigmas culturales. La falta de acción estatal para investigar y sancionar los ataques perpetúa esta práctica dañina, violando los derechos humanos de las víctimas. Organizaciones como la Coalición contra Acusaciones de Brujería exigen que las autoridades implementen leyes que protejan a las mujeres y persigan penalmente estas acusaciones.
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