Durante décadas, la red de trenes que conectaba Andalucía con el resto de España era sinónimo de puntualidad y un servicio ejemplar. Sin embargo, la actual situación ha cambiado drásticamente, y la ciudadanía se encuentra sumida en un caos ferroviario del que el Gobierno central evita dar explicaciones desde hace más de 200 días. Este desmantelamiento de un emblema nacional ha suscitado la preocupación de los andaluces, quienes sienten que su confianza ha sido traicionada.
El inicio de esta semana marcó un nuevo episodio de incidencias que van más allá de simples retrasos, algo que solía ser impensable para servicios como el AVE, que históricamente se comprometían a ofrecer una experiencia de viaje eficiente. Hoy en día, los trenes se detienen en medio de trayectos, sin aire acondicionado, en medio de la intensa ola de calor que afecta a toda España. La respuesta del Estado ha sido prácticamente nula, dejando a grupos vulnerables como niños y ancianos en una situación alarmante, en riesgo de sufrir problemas de salud.
Mientras tanto, miles de usuarios han tenido que esperar en las estaciones sin información clara sobre sus viajes. Ni siquiera los propios trabajadores disponían de detalles sobre el reajuste de los itinerarios. Esta falta de comunicación ha dejado a muchos andaluces ansiosos, temerosos de perder compromisos laborales, citas familiares o incluso vuelos que iniciaban sus esperadas vacaciones.
La opacidad se ha convertido en una característica del actual Gobierno socialista. Desde el inicio de la semana, no ha habido explicaciones concretas sobre las causas de este desmadre, más allá de evasivas y excusas de figuras como María Jesús Montero. El problema, evidentemente estructural, se manifiesta a través de una red de infraestructuras que se desmoronan constantemente, ya sean averías en catenarias, pasos a nivel o problemas de electrificación y señalización.
La última valoración oficial sobre la situación del servicio ferroviario se presentó el 11 de diciembre, hace 204 días. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ofreció una «radiografía» que, sorprendentemente, no mencionó el caos que enfrentan los andaluces desde hace meses. En su momento, se anunciaba un optimismo por parte del PSOE respecto a los Presupuestos Generales del Estado, aunque los socios independentistas manifestaban su preocupación.
La realidad actual es alarmante: cada tres días, hay un incidente en los trayectos del sur de España, lo que no solo agrava la situación de los viajeros, sino que también afecta la imagen de Andalucía. Las consecuencias son claras: una reputación deteriorada que resulta inaceptable, ya que pone de manifiesto la falta de inversiones estatales en infraestructuras en la región.
Como destacó Rocío Díaz, coordinadora del Área de Fomento del Partido Popular andaluz, durante una reciente entrevista, otras comunidades autónomas están recibiendo las inversiones que Andalucía necesita. Ella afirmó que «los andaluces no somos más que nadie, pero tampoco menos que nadie», advirtiendo que no van a consentir esta infrafinanciación, que anualmente omite 1.522 millones de euros para su territorio.
A pesar del caos actual, también hay signos de esperanza, como el inicio de las obras del segundo tramo del Metro de Málaga, que llevará este transporte hasta el hospital Civil, así como los avances en la línea 3 del Metro de Sevilla. Este contraste entre la gestión de infraestructuras locales y la inoperancia del Gobierno central subraya la necesidad urgente de un cambio en la forma en que se manejan las inversiones en Andalucía.
Fuente: Partido Popular Andalucía