El mundo de la computación cuántica se encuentra en la mira de todos, y con justa razón. Microsoft ha dado un paso audaz al presentar el prototipo «Majorana 1», basado en qubits topológicos. Estos qubits prometen revolucionar el sector al ofrecer una resistencia innata al ruido, un talón de Aquiles para los enfoques tradicionales que emplean circuitos superconductores y iones atrapados.
El concepto detrás de esta promesa se remonta a los años 90, cuando se teorizó que los estados cuánticos en modos zero de Majorana podrían ser inmunes al ruido local. Este enfoque reduciría la necesidad de correcciones de errores, una ventaja que ha captado la atención de la comunidad científica. Sin embargo, el camino hacia la verificación experimental es complicado, y no todos están convencidos de la viabilidad de estos qubits.
Precisamente, los qubits topológicos obtienen su estabilidad mediante la separación espacial de los modos zero de Majorana, localizados en los extremos de nanocables diseñados específicamente. Estos modos pueden cambiar su estado cuántico únicamente a través de operaciones topológicas, lo que inhabilita las perturbaciones locales. La estrategia de Microsoft con estos qubits implica utilizar «tetrons», pares de estos modos que codifican un único qubit lógico. Esto permitiría operaciones con pulsos de voltaje simples, eludiendo la complejidad de control analógico de los qubits superconductores.
La historia reciente de la investigación sobre Majorana no ha sido fácil. En 2018, la esperanza aumentó cuando el equipo del investigador Leo Kouwenhoven en la Universidad Tecnológica de Delft publicaron en Nature sobre firmas de conductancia que parecían confirmar los modos zero de Majorana. Sin embargo, la alegría fue efímera, ya que en 2021 el artículo fue retractado debido a inconsistencias en los datos y replicaciones fallidas, provocando lo que se denominó la «crisis de Majorana» y tambaleando la credibilidad del proyecto de Microsoft.
A pesar de esto, Microsoft ha persistido. El reciente anuncio del chip «Majorana 1» sugiere avances significativos, como la fabricación de nuevos materiales y una medición precisa del qubit, pero aún falta demostrar operaciones cuánticas esenciales, como el entrelazamiento entre qubits mediante trenzado no abeliano.
Por ahora, las afirmaciones de que esta tecnología superará a las existentes siguen siendo especulativas. La comunidad científica quiere pruebas más concretas y teme que las expectativas actuales puedan ser demasiado optimistas. Las comparaciones con otras tecnologías cuánticas resaltan que, aunque los qubits de Majorana ofrecen protección contra errores intrínseca, la validación experimental completa y la integración a gran escala son aún terreno inexplorado.
En este contexto, los próximos años serán cruciales. La labor de verificación independiente y el desarrollo de nuevos experimentos serán determinantes para decidir si los qubits de Majorana cambiarán el paradigma de la computación cuántica o si permanecerán como una idea prometedora pero sin aplicación práctica. Microsoft apuesta fuerte y el sector está atento, esperando a que esta historia se desenvuelva.