El exministro, ahora imputado, fue tristemente célebre por implementar impopulares medidas de austeridad que incluyeron aumentos de impuestos y recortes salariales, acciones que él justificaba como necesarias pero que no aplicaba a sí mismo ni a las grandes corporaciones afiliadas a su despacho, según un juez. Durante su gestión, el gobierno se dividió profundamente y su colaboradora cercana era Sáenz de Santamaría. Sus colegas vivían bajo el temor constante de ser investigados por Hacienda o el CNI, mientras él defendía su política utilizando metáforas médicas para desestimar las críticas.
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