Tras la Guerra Civil Española, la urgente necesidad de calor y energía posicionó a los carboneros como pieza clave en la economía local de diversas zonas rurales. Este oficio, basado en la transformación de leña en carbón vegetal mediante técnicas ancestrales, resultó fundamental para cocinar y calentar hogares en tiempos de racionamiento energético. Los carboneros no solo elaboraban el carbón, sino que también lo distribuían, siendo esenciales en municipios con abundantes bosques. Aunque la llegada de nuevos combustibles y la electrificación desplazaron esta práctica, el legado de los carboneros perdura en la memoria colectiva y en algunas celebraciones culturales que evocan aquellos días. Hoy, la producción de carbón se ha adaptado a métodos más modernos e industriales, alejándose de las tradiciones que dominaron la posguerra española.
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