El Parlamento de Westminster, uno de los más icónicos del mundo, enfrenta un deterioro preocupante con problemas de ratones, amianto y riesgo de incendio. Pese a su valor simbólico y su declaración como Patrimonio Mundial, se encuentra en condiciones críticas que requieren una reforma urgente, cuya votación se espera este año. Se han propuesto tres opciones: un «Desalojo total» que trasladaría temporalmente las cámaras, una «Presencia continua» con obras por fases, y un «Mantenimiento progresivo», más lento pero sin desalojo. El edificio, que cada semana consume 1,45 millones de libras en reparaciones, fue reconstruido en estilo neogótico tras un incendio en 1834, pero su infraestructura, sobre un terreno cenagoso, sufre de deficiencias en calefacción y ventilación, además de ser poco accesible para personas con discapacidad.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.