Un antiguo asesor del duque de York ha revelado que la correspondencia en cuestión era conocida y, en cierta medida, fomentada por la Casa Real británica, incluyendo a la propia reina Isabel II. Las declaraciones del asesor sugieren que dentro del círculo cercano a la monarquía había un nivel de conciencia y consentimiento sobre estos intercambios, los cuales ahora están bajo escrutinio. Esta información arroja nuevas luces sobre la dinámica interna del Palacio de Buckingham y sobre cómo la monarquía gestionaba las comunicaciones de sus miembros más destacados.
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