En la región de Masuria, Polonia, en medio de un bosque remoto y próximo a hermosos lagos, se encontraba la Wolfschanze, la Guarida del Lobo, que funcionó como capital del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Aquí, Adolf Hitler pasó más de 800 días, planificando la ofensiva contra la Unión Soviética y supervisando el Holocausto desde un complejo de búnkeres. Aislado del mundo exterior, su desconexión con la realidad se acentuó, agravada por la derrota en Stalingrado, lo que marcó el inicio del fin de su régimen. La Guarida también fue escenario del fallido intento de asesinato perpetrado por Claus von Stauffenberg en 1944. Actualmente, las ruinas permanecen como un testimonio silencioso de las decisiones que transformaron el curso de la historia, mientras los visitantes recorren el área, invadida por la vegetación. Aunque pensaron en destruir el recinto, la solidez de las estructuras lo impidió, y hoy se puede ver el lugar donde casi se altera el destino del mundo.
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