En un análisis contemporáneo, el término «tecnofeudalismo» se ha convertido en la lente con la que el economista Yanis Varoufakis observa la economía global actual. En su reciente obra, Varoufakis plantea la analogía entre el dominio de las grandes corporaciones tecnológicas y el poder de los señores feudales en la Edad Media, describiendo un sistema donde unas pocas empresas controlan la infraestructura económica clave, similar a un «sucesor sigiloso del capitalismo». Este paradigma sugiere que ciudadanos y pequeños países, antes considerados consumidores o estados soberanos, se ven ahora como vasallos que dependen de estas entidades tech para el acceso a servicios esenciales. Con el resurgir del proteccionismo comercial, ejemplificado por las políticas de Donald Trump, las naciones comienzan a alzar barreras proteccionistas, sustituyendo el libre intercambio global por economías más cerradas y jerárquicas. Este fenómeno, denominado tecnofeudalismo político, transforma la diplomacia internacional en un juego de poder que refuerza la desigualdad y convierte al mundo en un mosaico de «feudos» modernos.
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