El Telescopio James Webb Captura un Enorme Chorro Protoestelar en los Límite de la Vía Láctea

Recientemente, un equipo de investigación ha realizado un descubrimiento significativo en el campo de la astrofísica al identificar un chorro protoestelar de 8 años luz de extensión en la región de formación estelar conocida como Sharpless 284. Este chorro, detectado por el telescopio James Webb, representa un avance en nuestra comprensión de la formación de estrellas masivas.

En las primeras fases de su existencia, las estrellas jóvenes expulsan chorros de gas a velocidades supersónicas que pueden alcanzar longitudes impresionantes. Estos chorros son manifestaciones clave del nacimiento estelar y juegan un papel crucial en la regulación del crecimiento de estas estrellas. Según Rubén Fedriani, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y coautor del estudio, “la masa de la protoestrella que impulsa este chorro es aproximadamente diez veces la de nuestro Sol”. Este hallazgo no solo es relevante por la magnitud del chorro, sino también porque añade información valiosa sobre cómo se forman las estrellas masivas.

El descubrimiento fue inesperado. Yu Cheng, investigador en el Observatorio Astronómico Nacional de Japón y autor principal del estudio, explicó que “no sabíamos que existía una estrella masiva con este tipo de superchorro antes de la observación. Una eyección tan espectacular de hidrógeno molecular desde una estrella de gran masa es algo raro en otras regiones de nuestra galaxia”.

Sharpless 284 es una ubicación interesante en la periferia de la Vía Láctea, donde la metalicidad, que se refiere a la proporción de elementos más pesados que el helio, es considerablemente más baja en comparación con otras zonas galácticas. Este entorno primitivo es análogo a las condiciones del universo temprano, lo que permite a los investigadores estudiar cómo se formaban las estrellas masivas en condiciones similares.

Cheng enfatiza la importancia de este descubrimiento al afirmar que “está arrojando luz sobre el mecanismo de formación de estrellas masivas en entornos de baja metalicidad”, convirtiendo esta estrella en un laboratorio para explorar la historia cósmica temprana.

Este avance científico no solo amplía nuestras fronteras del conocimiento sobre la formación estelar, sino que también ofrece un vínculo intrigante con la historia del universo, permitiendo a los científicos reflexionar sobre cómo se formaron las primeras estrellas en un cosmos joven y menos enriquecido. La observación de estos fenómenos ofrece no solo un espectáculo visual asombroso, sino también una riqueza de información que fortalece nuestra comprensión del universo que habitamos.

Fuente: Instituto de Astrofísica de Andalucía

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