La última victoria de España en Eurovisión ocurrió en 1969, con Salomé en el Teatro Real de Madrid, donde un empate insólito compartió el primer lugar entre cuatro países. Ahora, 56 años después, la posibilidad de que Melody gane en Basilea podría significar un renacimiento cultural y turístico para España, atrayendo la atención global y revitalizando la escena musical local. Pere Bacardit, experto de la EAE Business School, destaca la oportunidad de mostrar una imagen moderna de España si el evento regresa. El festival, mucho más que una simple competición musical, se ha convertido en un fenómeno cultural y diplomático, fortaleciendo la notoriedad de ciudades anfitrionas. El impacto económico también es significativo, con grandes inversiones y preparativos en Basilea, reflejando el masivo interés internacional con entradas agotadas en minutos y un despliegue policial para asegurar la seguridad de los asistentes.
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