Enfrentar las rabietas de los niños, especialmente a los 18 meses, es uno de los retos más desafiantes para los padres. Según la Asociación Española de Pediatría, intentar razonar durante esos episodios es inútil, ya que los cerebros de los pequeños no están preparados para procesar lógica en esos momentos de intensa activación emocional. La recomendación es garantizar seguridad y adoptar la disciplina positiva, acompañando sin juzgar ni castigar. Es crucial tratar de prevenir las crisis al anticipar situaciones detonantes como el hambre o el cansancio. Además, fomentar la educación emocional desde la primera infancia y demostrar autocontrol y autocuidado en los adultos puede ayudar a los niños a manejar sus emociones. En casos de neurodivergencia, es necesario aplicar estas pautas con mayor flexibilidad y cariño.
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