El incremento del 3.400% en compras de tarjetas gráficas desde Taiwán ha llamado la atención de las autoridades internacionales y levantado sospechas de un mercado gris que busca eludir las sanciones impuestas a Pekín. Este extraordinario aumento en las importaciones por parte de Malasia, especialmente en abril de 2025 con un valor de 2.740 millones de dólares, ha generado preocupación en Washington y otras capitales occidentales. La tendencia, que contrasta con las cifras históricamente estables, coincide con un endurecimiento de las restricciones de exportaciones de chips avanzados a China por parte de Estados Unidos.
Malasia podría argumentar que estas compras forman parte de una estrategia para mejorar su infraestructura tecnológica, pero la magnitud y la sincronización con la próxima entrada en vigor de la Norma de Difusión de la IA alimentan las especulaciones. Esta norma, anunciada por la administración Biden, busca impedir que modelos avanzados y GPUs lleguen a potenciales adversarios. Países intermediarios, como se sospecha pueda ser Malasia, podrían estar acumulando tecnología con fines distintos al consumo interno, redirigiéndola hacia China y esquivando así los bloqueos internacionales.
El fenómeno no es nuevo. Rusia ha utilizado naciones interpuestas para acceder a hardware occidental. Identificar estas pasarelas logísticas representa un reto significativo para los organismos de control de EE.UU.
Ante esta situación, EE.UU. explora medidas más sofisticadas, como integrar rastreadores en los chips de empresas como NVIDIA para evitar su llegada a centros de datos chinos. Aunque técnica y operativamente difícil, la idea de desactivar remotamente GPUs en ubicaciones no autorizadas comienza a tomar forma entre quienes apoyan una postura más firme contra China.
La investigación sobre el flujo de GPUs hacia Malasia es solo el inicio de una nueva fase en el conflicto comercial y tecnológico entre Estados Unidos y China. En este entorno globalizado, la distribución de tarjetas gráficas se posiciona como una pieza estratégica, y países como Malasia podrían quedar atrapados entre poderosos intereses industriales y la presión diplomática internacional.
