Estados Unidos reconsidera ventas de Nvidia a China mientras Lai Ching-te recuerda restricciones históricas a fábricas en el país

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Estados Unidos reconsidera ventas de Nvidia a China mientras Lai

En el reciente DealBook Summit organizado por The New York Times, el presidente de Taiwán, Lai Ching-te, se dirigió al público con un mensaje meticulosamente elaborado sobre la posición de su país en la industria global de semiconductores. En su intervención, Lai destacó la importancia de ver los chips como un bien mundial que requiere una colaboración estrecha entre las democracias avanzadas, al tiempo que subrayó la necesidad de establecer límites claros frente a China en áreas de riesgo estratégico.

En un momento crítico para las relaciones sino-estadounidenses, las palabras de Lai resuenan en Washington, donde se está evaluando la posibilidad de suavizar las restricciones que impiden a Nvidia vender sus avanzados chips de inteligencia artificial al mercado chino. Este debate cobra relevancia en medio de la competencia tecnológica en auge entre las dos potencias mundiales.

Lai, sin pronunciarse específicamente sobre las políticas estadounidenses, delineó la industria de los semiconductores como un ecosistema interdependiente en el que varios países desempeñan papeles vitales: Estados Unidos lidera en diseño, Japón en materiales y equipamiento, Países Bajos en máquinas de litografía, y Taiwán en fabricación avanzada, mientras que Corea del Sur domina la memoria. Este enfoque subraya el apoyo de Taiwán a que empresas como TSMC expandan sus inversiones en Estados Unidos, Japón y Europa, fortaleciendo así la resiliencia frente a la dependencia de China.

El presidente taiwanés recordó también un episodio crucial de la historia reciente de su país. A inicios de los 2000, Taiwán enfrentó un debate similar sobre la instalación de fábricas de chips avanzados en China continental. La decisión fue clara: proteger las capacidades avanzadas del país. Esta experiencia histórica fue presentada por Lai como un ejemplo de éxito estratégico, sugiriendo un paralelismo con la situación actual de Estados Unidos y Nvidia.

En tanto, la administración estadounidense revisa sus políticas bajo el mando de la nueva administración, analizando si las restricciones actuales representan un obstáculo innecesario para la competitividad de las empresas estadounidenses. Nvidia, figura clave en la explosión de la inteligencia artificial generativa, busca la autorización para vender versiones de sus chips en China, mientras que el aparato de seguridad nacional advierte de que dichos avances podrían ser utilizados por Pekín en su desarrollo militar y ciberespionaje.

Desde la perspectiva de Taiwán, el discurso de Lai fortalece la noción de que su país puede ser un socio confiable en el panorama global de los semiconductores, a pesar de apoyar firmemente limitaciones en la transferencia de tecnología crítica a China. Esta postura combina la cooperación internacional con la cautela, enviando un mensaje contundente: los semiconductores son un recurso compartido, pero su distribución tiene profundas implicaciones geopolíticas.

Como concluye Lai, en un mundo donde las ventas de chips pueden moldear el futuro tecnológico global, es vital aprender de las lecciones del pasado y actuar con visión de futuro. Japón, la Unión Europea y Estados Unidos aceleran sus esfuerzos bajo el manto de iniciativas como el CHIPS Act, mientras Taiwán trabaja para reforzar su resiliencia y mantener su posición central en la industria mundial de semiconductores.

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