La seguridad de los negocios ha entrado en una nueva era de desafíos, impulsada por la sofisticación creciente de la delincuencia organizada. Así lo han señalado expertos de ADT, quienes advierten sobre la evolución del ‘modus operandi’ de los delincuentes, que ha transicionado de robos oportunistas a ataques meticulosamente planificados. Este fenómeno subraya la necesidad de actualizar las medidas de protección bajo la normativa de seguridad Grado 3, destinada a sectores como joyerías, bancos y gasolineras, entre otros.
A pesar de que las estadísticas recientes refieren a un ligero descenso en la criminalidad convencional, surge un tipo de delincuencia que golpea con mayor fuerza al tejido empresarial. Las tácticas han madurado: los delincuentes ahora son grupos organizados, armados no con herramientas rudimentarias sino con avanzados conocimientos técnicos. Entre las técnicas que emplean destacan el «butrón», que permite el acceso a través de locales adyacentes, y los inhibidores de frecuencia, desarrollados para neutralizar las comunicaciones de las alarmas, creando verdaderos ‘agujeros negros’ de silencio tecnológico.
El impacto económico de esta profesionalización del delito es significativo. La Asociación de Empresas de Gran Consumo (AECOC) cifra las pérdidas en 1.800 millones de euros anuales, atribuyendo el 55% de estas a las bandas organizadas. La ley, mediante la Orden INT/316/2011 y la Norma UNE-EN 50131-1, exige que ciertos negocios cuenten con medidas de seguridad de Grado 3, que representan un nivel de protección medio-alto.
Sin embargo, el cumplimiento de estas normativas dista de ser universal, lo que expone a los negocios rezagados no solo a mayores riesgos de robo sino también a potenciales repercusiones legales, incluidas sanciones o pérdida de cobertura por parte de los seguros.
Según José González Osma, director general de ADT, el delincuente moderno no depende de la fuerza bruta; prefiere cortar líneas telefónicas y utilizar inhibidores para desactivar sistemas. Esta evolución criminal resalta la necesidad de sistemas de seguridad que no se limiten a la disuasión básica. Las soluciones de Grado 3 ofrecen múltiples vías de comunicación, detectores avanzados y tecnología anti-sabotaje, anticipándose a los movimientos antes de que los ataques ocurran.
Para las empresas que están en la categoría de alto riesgo o que simplemente desean proteger mejor sus activos, se aconseja implementar sistemas que garanticen una conexión constante con una Central Receptora de Alarmas (CRA). Estos sistemas aseguran respuestas rápidas así como medidas de protección que operan ininterrumpidamente, incluso ante fallos de energía.
Los expertos instan a cada negocio a evaluar sus necesidades de seguridad específicas, adaptando las soluciones al tipo de sede y al número de accesos que presentan. La capacidad de anticipación y respuesta efectiva de los sistemas de Grado 3 promete llevar la seguridad empresarial más allá de la simple disuasión, ofreciendo una verdadera defensa contra el crimen moderno.








