Europa ha dado un paso significativo hacia la soberanía tecnológica con el desarrollo exitoso del eProcessor, un chip que ejecuta aplicaciones Linux en silicio. Este avance marca un hito en la iniciativa Horizon 2020, respaldada por la European High-Performance Computing Joint Undertaking (JU), y representa más de tres años de trabajo basados en la arquitectura abierta RISC-V.
La noticia fue compartida por el ingeniero Alberto González Trejo en LinkedIn, destacando que el eProcessor está listo para competir con los gigantes tecnológicos de Estados Unidos y Asia. Este procesador europeo y abierto es un símbolo de independencia tecnológica, valiéndose de una arquitectura que rompe con años de dependencia en estándares cerrados como x86 y ARM.
El eProcessor surge como un procesador energéticamente eficiente y escalable, relevante tanto para la computación de alto rendimiento (HPC) como para aplicaciones embebidas. Su diseño técnico incluye un núcleo superscalar 4-way out-of-order RV64GCV, soporte para vectores largos, y unidades personalizadas para cálculos específicos, prometiendo un rendimiento competitivo en el ámbito científico y de inteligencia artificial.
La capacidad del eProcessor para ejecutar Linux confirma su potencial de integración en entornos de investigación y producción. Este avance simboliza un punto de madurez tecnológica, posicionando a Europa en un camino hacia una mayor autonomía en semiconductores.
Este desarrollo se integra dentro de una estrategia más amplia de la Unión Europea para reducir la dependencia tecnológica de Estados Unidos y Asia, reforzada por el Chips Act europeo con miras a inyectar más de 43.000 millones de euros hasta el 2030. El eProcessor es uno de los proyectos clave para lograr procesadores propios que se ajusten a las necesidades de Europa.
Las aplicaciones del eProcessor son amplias, abarcando desde la supercomputación hasta la bioinformática, pasando por inteligencia artificial y big data. Además, el chip es parte de un ecosistema técnico que incluye hardware, sistemas de emulación y software RISC-V, diseñado para promover el desarrollo sin ataduras extranjeras.
El siguiente paso es el proyecto DARE, que busca avanzar la integración de estos procesadores europeos en entornos productivos, consolidando así la posición de Europa en el ámbito de tecnologías de procesamiento.
Aunque la noticia del eProcessor no captó la atención mayoritaria, su impacto podría ser considerablemente mayor para la soberanía digital europea. En un mundo donde los semiconductores son tan valiosos como el petróleo, cada desarrollo autónomo cuenta como un paso hacia un ecosistema tecnológico más robusto y menos dependiente.