Estados Unidos parece estar adoptando un modelo de gobernanza más patrimonialista, desviándose de los principios de la democracia liberal tradicional. Este cambio de paradigma se refleja en un acercamiento creciente al Sur Global y un distanciamiento de sus aliados en el Viejo Continente. Esta reorientación estratégica sugiere un interés renovado por establecer relaciones más pragmáticas y menos normativas, favoreciendo lazos con naciones cuyas estructuras de poder se alinean con el modelo patrimonialista. La tendencia marca un alejamiento de los valores democráticos que tradicionalmente han caracterizado la política exterior estadounidense.
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