Un vuelo de Ryanair desde Madrid aterriza en Dajla, el territorio disputado del Sáhara Occidental, donde las tensiones entre Marruecos y la defensa por la autodeterminación saharaui se hacen palpables. La línea, recién inaugurada, forma parte de las estrategias marroquíes para reforzar su reivindicación sobre el Sáhara, promocionando turísticamente a Dajla como un paraíso oculto entre el Atlántico y el desierto. A pesar del atractivo turístico, el territorio es escenario de intensos controles y vigilancia, afectando especialmente a los pocos periodistas que intentan documentar la situación. En este contexto, un periodista es expulsado del país tras cuestionamientos sobre sus reportajes críticos con el régimen alauí, ilustrando la oscura realidad de una región donde la represión y el expolio de recursos naturales persisten bajo un clima de silencio internacional y complicidades históricas.
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