El discurso de Felipe VI ante la Asamblea General de la ONU generó incomodidad en sectores de la extrema derecha española debido a su llamado a detener la violencia en Gaza, mientras mostraba solidaridad con los israelíes víctimas de Hamás. Este mensaje lo alineó con el gobierno de Pedro Sánchez y otros líderes internacionales. En su mensaje navideño, el Rey evitó hacer una lista exhaustiva de problemas, enfocándose en la importancia del comportamiento ético en la política y el riesgo que representan los extremismos ante la desafección ciudadana hacia las instituciones. Felipe VI apeló a mejorar la convivencia comenzando por el respeto y escucha mutua, además de resaltar los logros históricos de España gracias a los objetivos comunes. En un contexto de creciente polarización política y críticas al gobierno, el monarca enfatizó la necesidad de un lenguaje respetuoso y de la honorabilidad en la gestión pública como pilares esenciales para una democracia sana.
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