El impulso por integrar el emprendimiento en la educación ha ganado terreno en las aulas, alejándose del estereotipo exclusivo del mundo empresarial, al apostar por formar a estudiantes como creadores de ideas y solucionadores de problemas. Expertos en educación, como María Ripollés y Rosma Yagüe, subrayan la importancia de fomentar el espíritu emprendedor desde niveles tempranos hasta educación superior, destacando su papel como una competencia esencial para el siglo XXI. Sin embargo, su integración enfrenta retos como la falta de formación específica para docentes y la sobrecarga del currículo tradicional. El ejemplo de centros como el Instituto ESAT en Valencia pone de manifiesto cómo el emprendimiento puede ser el eje de una pedagogía enfocada en formar creadores con una visión global, mientras que iniciativas en colegios como Las Colinas School muestran cómo se puede adaptar el espíritu emprendedor desde la educación temprana hasta Bachillerato, preparando a los alumnos para transformar su entorno.
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