El gobierno francés ha caído tras una moción de censura impulsada por la extrema izquierda y respaldada por la extrema derecha de Marine Le Pen, un hecho sin precedentes en la Quinta República. La iniciativa fue presentada contra el primer ministro centrista, Michel Barnier, cuya gestión fue marcada por la imposición del presupuesto a través del artículo 49.3 de la Constitución, favoreciendo recortes e impuestos sin mayoría parlamentaria. Esta colaboración entre adversarios ideológicos refleja un objetivo común: debilitar al presidente Emmanuel Macron. Mientras, Macron se enfrenta a la ardua tarea de nombrar un nuevo primer ministro en un escenario político fragmentado e ingobernable, con amenazas potenciales de caos financiero y necesidad de medidas fiscales de emergencia. A pesar de la tensión, los mercados financieros han sostenido la calma, aunque Francia encara un periodo de incertidumbre política que complica la elaboración de políticas significativas.
Leer noticia completa en OK Diario.