El nacionalismo ha visto una disminución en su apoyo popular, lo que ha llevado a una radicalización de su discurso, enfocándose de manera más agresiva y racista hacia los castellanoparlantes. Este cambio en la retórica refleja una estrategia que busca recuperar influencia al apelar a sentimientos de división, en un contexto donde su base de seguidores se ha reducido significativamente. Así, el movimiento intenta reforzar su identidad a través de un lenguaje que intensifica las tensiones culturales y lingüísticas.
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