El primer ministro se enfrenta este lunes a una moción de confianza que muchos consideran un «harakiri» político, poniendo en riesgo su mandato. Mientras tanto, los esfuerzos del presidente francés por integrar a un socialista en su equipo gubernamental no logran concretarse, dejando entrever tensiones y desafíos internos en la coalición gobernante.
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