En medio de la incertidumbre política en Siria tras la huida del expresidente Bachar el Asad, se ha observado un aumento del movimiento en las bases militares rusas de Jmeimim y Tartús, claves para la influencia de Moscú en la región. A pesar de las tensiones, el Kremlin negocia con las nuevas autoridades rebeldes para mantener el control de estas instalaciones, cruciales para sus operaciones en Oriente Próximo y África. Informes contradictorios emergen sobre la posible retirada rusa, con algunos medios sugiriendo preparativos de repliegue, mientras otros aseguran que no se abandonarán las bases. La presencia de aviones de transporte pesado y movimientos de tropas subrayan el ambiente incierto y de calma tensa en la región, con Rusia aparentemente adaptándose a las nuevas dinámicas del poder en Siria.
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