El mundo católico se enfoca en la Capilla Sixtina, esperando la fumata blanca que indique la elección del nuevo Papa, una tradición que comenzó en 1914 con Benedicto XV. Originalmente solo existía el humo negro, utilizado cuando ninguna votación resultaba en consenso. Hoy, la fumata negra combina perclorato potásico, antraceno y azufre; mientras que la blanca usa clorato potásico, lactosa y colofonia. Desde 2005, el sistema es más moderno, eliminando la necesidad de la fumata amarilla, usada anteriormente como prueba. Para asegurar claridad, el humo blanco se acompaña del repique de campanas, reforzando el anuncio del nuevo pontífice con tecnología avanzada.
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