En el cónclave para elegir al nuevo Papa, la Iglesia combina fe con coreografía y marketing. Aunque el proceso es secreto y sin campañas públicas, es una compleja operación de poder, donde se forjan alianzas entre diferentes facciones y se busca un relato más que un santo. Robert Francis Prevost, un agustino de Chicago, ha sido elegido como León XIV, llevando consigo una biografía atípica y una mirada latinoamericana. El nuevo Papa, lejos de ser simplemente un líder espiritual, es un estratega que debe gestionar la imagen global de la Iglesia en un mundo competitivo. Su elección podría señalar un acercamiento a un catolicismo más global, pero también surge la pregunta sobre cómo se adaptará a una Iglesia que necesita atraer a una audiencia moderna y mediática.
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