El debate intergeneracional se intensifica con la percepción de que los jóvenes están heredando un sistema económico y social fracturado, responsabilizando a las generaciones mayores por su aparente decadencia. Esta pugna no es inédita, pues historias similares han surgido en tiempos de crisis, alimentando discursos políticos y sociales controvertidos. Las cifras indican un aumento en la desigualdad de riqueza entre generaciones, con los «baby boomers» acaparando cada vez más recursos. Sin embargo, algunos expertos argumentan que culpar a los mayores es fútil, sugiriendo que se trata más de un tema de clase social que de edad. Ante esta perspectiva, se propone que el cambio real se produzca mediante la movilización y la acción pragmática de los jóvenes, quienes deben presionar para obtener políticas más equitativas y sostenibles, desafiando un sistema que favorece a aquellos que ya ocupan las mejores posiciones económicas y sociales.
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