En un panorama político alemán caracterizado por su polarización, la Unión, encabezada por Friedrich Merz, ha optado por una rápida Gran Coalición con los socialdemócratas tras ganar las elecciones con un 28,5%, a pesar del resultado histórico de Alternativa para Alemania (AfD), que alcanzó el 20,8% y se convierte en la principal fuerza opositora. En un contexto de declive económico, Merz aboga por fortalecer Europa ante la creciente indiferencia de Estados Unidos. La elección reflejó el fracaso de la coalición semáforo y marginó a partidos tradicionales como los liberales (FDP), que salieron del Bundestag, lo que permitió evitar un tripartito con los Verdes. Este escenario destaca el crecimiento de fuerzas extremistas como la ultraderecha y Die Linke, planteando desafíos significativos a la estabilidad política y la futura dirección del liderazgo alemán.
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