La economía griega presenta un panorama contrastante 15 años después de la Gran Recesión: por un lado, el país ha logrado un notable crecimiento económico, con un aumento del PIB del 2% anual y un desempleo reducido al 8%. Sin embargo, persisten significativas desigualdades y problemas estructurales. El poder adquisitivo de muchos ciudadanos no se ha recuperado, y los precios, especialmente en energía y vivienda, siguen siendo elevados. El gobierno de Kyriakos Mitsotakis es alabado por sus reformas y estabilidad política, pero enfrenta críticas por no abordar suficientemente la pobreza y la corrupción. Aunque Grecia ha sido reconocida internacionalmente por sus avances, la narrativa de éxito económico choca con la realidad cotidiana de una gran parte de la población, que sigue lidiando con los efectos de la crisis pasada. Este escenario polarizado se refleja en la percepción política, donde el escepticismo sobre las instituciones es generalizado, y las voces como la del novelista Petros Márkaris describen un país con una recuperación visible pero aún atrapado en las sombras de su reciente historia económica.
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