En 2025, el sector bancario ha consolidado un trato diferenciado hacia sus clientes, favoreciendo a aquellos con grandes volúmenes de negocio y patrimonios significativos. Esta distinción, que genera debate entre los usuarios desatendidos, se traduce en privilegios exclusivos para una clientela selecta que puede acceder a servicios de lujo y condiciones financieras preferentes.
Banco Santander, por ejemplo, ha desplegado su segmento “Select”, dirigido a quienes poseen patrimonios superiores a 100,000 euros o nóminas mensuales que superan los 3,000 euros. Estos clientes disfrutan de beneficios como acceso a salas VIP y servicios extravagantes como un chef a domicilio. En un movimiento similar, Deutsche Bank ha introducido su programa Premium DB, diseñado para clientes con ahorros e inversiones que oscilan entre 50,000 y 500,000 euros, ofreciendo un asesoramiento personalizado y productos financieros con condiciones mejoradas.
Para los afortunados que logran entrar en estas categorías, las ventajas se multiplican: cuentas sin comisiones de mantenimiento, tasas de interés preferenciales en hipotecas, tarjetas de crédito con beneficios exclusivos y acceso a eventos de alto nivel forman parte del paquete de privilegios. La clave para alcanzar este estatus radica en una gestión estratégica y activa de las finanzas personales, manteniendo altos saldos y mostrando un comportamiento financiero sólido.
Contrariamente, los clientes que no cumplen con estos requisitos se ven en una posición desfavorable, con servicios y atención menos personalizados y condiciones financieras menos atractivas. Los bancos, cada vez más enfocados en retener a los clientes más rentables, asignan menos recursos a aquellos que no se alinean con estos perfiles.
Esta dinámica del mercado bancario destaca la importancia de estar bien informado y tomar decisiones conscientes sobre las finanzas personales para mejorar la relación con la entidad bancaria. En un entorno donde el acceso a privilegios se ha transformado en un logro a conquistar, la estrategia y la vinculación activa con el banco se presentan como el camino hacia un trato preferente.








