En 1985, la Ciudad de México se transformó profundamente tras el devastador terremoto del 19 de septiembre, que puso en evidencia tensiones sociales y políticas latentes desde las represiones de 1968 y 1971. Este evento catalizó un movimiento ciudadano que exigía una reconstrucción más democrática y justa, cuyos efectos aún resuenan en la política local actual. La llegada de Clara Brugada a la jefatura de gobierno de la CDMX representa un nuevo capítulo en esta historia de lucha social. Con un pasado ligado al movimiento obradorista y una gestión marcada por su enfoque popular, Brugada enfrenta desafíos significativos en la gestión de una ciudad en constante evolución, afectada por problemáticas como la gentrificación y la presión económica. Su liderazgo será crucial para definir la identidad futura de la capital, en un contexto donde su capacidad para adaptar políticas progresistas a una realidad económica compleja determinará el éxito de su administración y su legado político.
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