La batalla de Gisèle Pelicot, marcada por la valentía y el deseo de justicia, llegó a su fin tras un proceso judicial emblemático en Francia, donde enfrentó a su esposo y otros 50 hombres por violaciones. Decidió realizar el juicio a puertas abiertas para fomentar el debate público sobre el caso, abogando por una sociedad más armoniosa y equitativa. A lo largo del proceso, Pelicot expresó su agradecimiento hacia su familia, que la acompañó en cada audiencia, y habló de sus tres hijos y nietos como motivación para su lucha. En su declaración final, Pelicot reconoció el sufrimiento de las familias de los acusados y de las víctimas no reconocidas, subrayando su solidaridad compartida en esta dolorosa batalla por la verdad.
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