Solo cinco países dentro de la Unión Europea enfrentan una deuda pública que supera el 100% de su Producto Interno Bruto (PIB), siendo España uno de estos. Este dato resalta las complejidades económicas que atraviesa el país en comparación con la mayoría de sus vecinos europeos, potencialmente afectando su capacidad de inversión y políticas fiscales a futuro. La situación subraya la necesidad de estrategias efectivas para la gestión de la deuda en un contexto económico incierto, donde la estabilidad financiera es fundamental para el crecimiento sostenible.
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