John L. Young, quien falleció a los 89 años en Nueva York el pasado 28 de marzo, dejó un legado indeleble en la lucha por la transparencia informativa. Junto a su esposa, Deborah Natsios, fundó en 1996 Cryptome, una biblioteca en línea que se convirtió en un baluarte de acceso a secretos gubernamentales y corporativos. Su empeño por revelar lo que muchos preferirían mantener oculto marcó una nueva era en la disponibilidad de información pública.
La visión de Young de que internet podía democratizar el acceso a la información se reflejó claramente en el lema de Cryptome: “La mayor amenaza a la democracia es el secreto oficial que favorece a unos pocos sobre muchos”. Bajo este principio, la plataforma alentó la publicación de documentos prohibidos, ganando renombre como archivo crucial durante las “guerras criptográficas” de los 90, un periodo en el que se luchó por liberar el cifrado del control gubernamental.
A pesar de las tensiones con actores como el FBI, el Servicio Secreto y gigantes tecnológicos, Young nunca cedió en su misión. Su participación inicial en WikiLeaks, aunque breve debido a diferencias en la monetización de la información, reflejó su compromiso irrenunciable con la transparencia.
Nacido en Texas y formado como arquitecto, Young dedicó su carrera a un interés público no lucrativo, desafiando la opacidad institucional desde sus raíces en la arquitectura hasta su rol revolucionario en la era digital. Su servicio militar en Alemania y su formación en filosofía y arquitectura marcaron los principios que guiarían su tenaz lucha por el acceso abierto a la información.
John Young, considerado una figura heroica poco reconocida de su tiempo, no solo imaginó un mundo más transparente, sino que trabajó incansablemente para hacerlo realidad. Su legado como defensor indomable de la democracia informativa perdurará, recordándonos la importancia del acceso al conocimiento para todos.
