Rosa López, conocida por su meteórico ascenso a la fama como ganadora de la primera edición de «Operación Triunfo» en 2001 y representante de España en Eurovisión 2002, enfrenta ahora una realidad muy distinta. Pese a su talento y el prometedor inicio de su carrera, la artista ha tenido que lidiar con problemas económicos derivados de una mala gestión financiera temprana y un confuso episodio con Hacienda que la obligó a justificar una gran suma de dinero no declarada. A esto se suma la desaparición del premio monetario de «OT», un engaño que afectó directamente a su estabilidad y la de su familia. Aunque en un momento disfrutó de una mejor calidad de vida, con propiedades y coches de lujo, Rosa se vio obligada a venderlos ante la falta de ingresos constantes. Su historia refleja cómo incluso quienes han tocado el éxito pueden enfrentarse a periodos de precariedad, destacando la fragilidad del entorno artístico que expone a sus figuras a una carrera efímera y llena de obstáculos.
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