El panorama político y económico en Hungría enfrenta desafíos críticos, con el primer ministro Viktor Orbán intentando mantener su posición en medio de una creciente recesión económica y pérdida de apoyo popular. A pesar de sus promesas de prosperidad, el país sufre inflación, una moneda débil y baja competitividad económica, reflejándose en un PIB per cápita comparable al de Bulgaria. La corrupción y el control del Estado por parte de Orbán han generado descontento, especialmente entre jóvenes y educados. El líder opositor Péter Magyar ha emergido como un fuerte contendiente, prometiendo combatir la corrupción y mejorar las condiciones económicas y sociales. Con las elecciones legislativas cerca, el futuro político de Hungría es incierto, especialmente bajo un sistema electoral diseñado para favorecer al partido gobernante, Fidesz.
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