La mañana del jueves trajo un duro despertar para los residentes de Alquízar, en el occidente de Cuba, tras el paso devastador del huracán Rafael, que llegó el miércoles categorizado como tormenta de nivel 3. Con vientos de hasta 185 km/h, Rafael dejó un rastro de destrucción a su paso, colapsando infraestructuras y agravando los problemas energéticos tras la desconexión del sistema eléctrico nacional. La provincia de Artemisa, entre otras, reportó pérdidas significativas como techos arrancados y poblaciones incomunicadas. Pese a la gravedad, las autoridades confirmaron que no hubo víctimas mortales. La tormenta se suma al azote de Oscar, otro huracán que golpeó Cuba dos semanas antes, complicando aún más la situación humanitaria. Respuestas tanto locales como internacionales se movilizan para proporcionar asistencia, con donaciones en efectivo, alimentos e insumos médicos provenientes de países y organizaciones como Canadá, México y UNICEF.
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