Un fenómeno preocupante se está desarrollando en muchos hogares españoles, donde el uso problemático de dispositivos electrónicos entre adolescentes está contribuyendo a un aumento de la violencia filio-parental. Carlos, un joven de 16 años, es un ejemplo de cómo el acceso desenfrenado a estas tecnologías puede causar tensiones familiares, manifestándose en casos extremos como la agresión física. La doctora Elisa González, en su investigación, destaca que el uso prolongado y descontrolado de redes sociales y videojuegos puede desencadenar en los jóvenes una variedad de problemas emocionales y de conducta, desde el aislamiento hasta la baja autoestima. La falta de normas claras en el hogar agrava la situación, ya que los intentos de los padres por imponer límites suelen desembocar en conflictos. González aboga por una ‘educomunicación’ efectiva, integrando educación y tecnología para promover un uso responsable y seguro desde edades tempranas, enfatizando la necesidad de una educación que fortalezca las habilidades socioemocionales de los jóvenes.
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