Las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos, sumadas a la decisión del Banco Central de Rusia de dejar de comprar divisas extranjeras, están afectando gravemente la economía rusa, con el rublo cayendo a niveles no vistos desde la invasión de Ucrania en 2022. El debilitamiento del rublo, impulsado también por la fortalecida posición del dólar tras la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, ha disparado la inflación y los tipos de interés al 21%, restringiendo el crédito y castigando la economía rusa. Además, las restricciones a las exportaciones y el encarecimiento de las importaciones agravan la crisis económica, erosionando las reservas de moneda extranjera de Rusia, que ya han sufrido la congelación de 330.000 millones de dólares en el extranjero. A pesar de estas dificultades, el gobierno ruso confía en una estabilización económica a corto plazo, lo que requerirá adaptaciones a las nuevas sanciones, incluyendo cambios en los mecanismos bancarios.
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