En un entorno laboral actual marcado por la incertidumbre y la inestabilidad, la gestión de despidos masivos se presenta como un reto crucial para las empresas, tanto desde una perspectiva reputacional como legal. La plataforma eldespido.com ha emitido una advertencia respecto a las consecuencias de gestionar inadecuadamente estas desvinculaciones, subrayando que no solo pueden derivar en problemas jurídicos sino que también pueden impactar negativamente en el clima interno y la imagen pública de las compañías.
Rosario Santa María, fundadora de la mencionada plataforma, enfatiza que despedir a un empleado ha dejado de ser un simple trámite administrativo para convertirse en un proceso que refleja en gran medida los valores y la cultura de la empresa. Situaciones recientes como los despidos colectivos en gigantes corporativos han capturado la atención mediática y social, revelando que cualquier despido puede convertirse en un evento de interés público que requiere una comunicación minuciosa y estratégica.
Existen cinco áreas clave donde los riesgos de una mala gestión de despidos se hacen evidentes. El riesgo legal es uno de los más críticos; una comunicación poco clara o irrespetuosa puede derivar en demandas por despido improcedente, transformando lo que podría haberse manejado privadamente en un escándalo público, con toda la cobertura mediática y los costos que esto implica.
La reputación también está en juego. En la era digital, un despido mal gestionado puede viralizarse en minutos, afectando la percepción que el público tiene de la marca empleadora. Tal fue el caso del despido de más de 1,200 empleados de Amazon en España en 2025, que desató un encendido debate en la esfera social y mediática.
Otro elemento crítico es la atracción y retención del talento. Cada vez más, la reputación de una empresa también depende de cómo trata a aquellos que la dejan. Un despido impersonal o deshumanizado puede disuadir a futuros talentos, debilitando la imagen de la marca como empleador atractivo.
El impacto en el clima laboral es otro aspecto considerable. La ansiedad e incertidumbre acerca de la estabilidad laboral pueden desencadenar una baja en la motivación y productividad entre quienes permanecen en la organización, erosionando así la cultura y cohesión interna.
Por último, el cumplimiento de criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) es ahora más crítico que nunca. Inversores y stakeholders están cada vez más atentos a cómo las empresas gestionan las relaciones laborales, no solo al contratar sino también al despedir. Una gestión respetuosa y ética de los despidos es vista como un indicador de buen gobierno y sostenibilidad.
Frente a este panorama, el desarrollo de un protocolo de despido que incluya una comunicación clara y un apoyo humano constituye una necesidad estratégica. Santa María concluye que la forma en que una empresa lleva a cabo sus despidos es un claro reflejo de su cultura organizacional, enfatizando que las organizaciones que cuidan este aspecto están protegiendo su marca, su cultura y su futuro.








