El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a centrar su atención en cuestiones comerciales internacionales, anunciando su intención de implementar aranceles a los productos procedentes de la Unión Europea, incluyendo a España. Sin precisar la fecha ni los productos específicos afectados, Trump ha reiterado su compromiso con políticas económicas destinadas a corregir lo que él describe como un «desequilibrio comercial».
Desde el Despacho Oval, Trump expresó su postura con firmeza al ser cuestionado sobre la posible imposición de estos gravámenes, afirmando que la Unión Europea ha tratado a Estados Unidos de manera “terrible”. En su lista preliminar, figuran productos españoles como el petróleo refinado, el aceite de oliva y el vino entre los posibles afectados.
Trump criticó duramente las políticas restrictivas de la UE, que según él, dificultan notablemente la entrada de coches y productos agrícolas estadounidenses. Este enfoque combativo no es nuevo; durante su mandato, ya introdujo aranceles significativos al acero y al aluminio europeos, aumentando las tensiones diplomáticas. A este contexto se suman datos de la Comisión Europea que indican un superávit comercial europeo con Estados Unidos, con exportaciones que alcanzaron los 502.000 millones de euros en 2023 frente a 340.000 millones de euros en importaciones de bienes estadounidenses.
Además, la Casa Blanca ha anunciado medidas similares contra México, Canadá y China. Aranceles del 25 % se aplicarán a los dos primeros, mientras que un 10 % afectará a las importaciones chinas. La secretaria de prensa, Karoline Leavitt, justificó estos nuevos gravámenes aludiendo al tráfico de fentanilo y la migración indocumentada, señalando que constituyen promesas cumplidas por el expresidente. Aunque se mencionó una posible exención para las importaciones de petróleo de México y Canadá, aún no se ha confirmado oficialmente.
Estas decisiones reflejan la continuidad del enfoque proteccionista de Trump hacia la política comercial internacional, en un intento por fortalecer la economía estadounidense y equilibrar lo que considera un comercio exterior desfavorable.