Las agencias estadounidenses han intensificado los sistemas de vigilancia en la frontera con México mediante la implementación de lectores automáticos de matrículas (ALPRs). Esta red avanzada, que incluye cámaras camufladas estratégicamente para evitar ser detectadas por el público, busca reforzar las medidas de seguridad y control en la región. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y la Administración de Control de Drogas (DEA) han sido los principales actores en este esfuerzo, solicitando la adquisición de 100 cámaras adicionales en julio de 2025.
Una reciente investigación de la agencia Associated Press ha ofrecido un análisis detallado de este programa, revelando tanto su extensión como los métodos empleados para la identificación de los conductores. Los sistemas de ALPR no solo operan en todos los puntos de entrada terrestre a Estados Unidos, sino que también están presentes en puntos de control interiores, manejados por la CBP y, en algunos casos, paralelamente por la DEA.
La tecnología tras estos sistemas ha evolucionado significativamente, permitiendo la captación y almacenamiento de datos bajo políticas que varían notablemente entre las agencias responsables, con periodos de retención que van de 90 días a 15 años. Sin embargo, estos sistemas no están exentos de problemas, habiendo registrado en el pasado incidentes de hackeos que comprometieron la información almacenada.
La expansión de los ALPR se refleja en los planes de la DEA para integrarlos en programas nacionales de seguimiento, aumentando así el alcance de esta vigilancia. Estos dispositivos no se limitan a los puntos de control; han sido detectados también en ubicaciones discretas a lo largo de las carreteras, ocultos en elementos como barriles de construcción o instalados en vehículos policiales, asegurando un monitoreo constante y en tiempo real.
El uso creciente de tecnologías de empresas como Flock Safety plantea preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos. Mientras el despliegue de los ALPR sigue aumentando, los ciudadanos transitan por un entorno donde cada movimiento puede ser registrado y analizado, redefiniendo la percepción de privacidad en las carreteras estadounidenses. En este contexto de creciente vigilancia, la discusión sobre el equilibrio entre seguridad y privacidad adquiere una relevancia crítica.








