España inicia el curso escolar reabriendo sus centros educativos, recibiendo a más de ocho millones de estudiantes, con un notable incremento de alumnado extranjero. Este grupo, que ahora alcanza 1.125.860 estudiantes, ha ayudado a mitigar el impacto de la baja natalidad, aunque también plantea desafíos al sistema educativo. Las diferencias en la distribución de estos alumnos entre las escuelas públicas y concertadas han generado tensiones, especialmente en lo relacionado con el idioma y condiciones económicas desfavorables. En Cataluña, las políticas para equilibrar la distribución estudiantil están logrando resultados positivos. Sin embargo, el sistema enfrenta el reto de ajustar los recursos asignados a las necesidades específicas de cada centro, en un contexto de disminución general del alumnado por la caída de nacimientos.
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