El fenómeno migratorio de América Latina se ha transformado drásticamente, con cada vez más familias y niños emprendiendo el arduo camino hacia Estados Unidos en busca de un futuro mejor. A menudo, enfrentan peligros mortales como el crimen organizado y la violencia. México, lugar de tránsito esencial en su travesía, expone a estos migrantes a secuestros y extorsiones, dejando cicatrices físicas y psicológicas. En medio de este contexto, jóvenes como Desireé, Roberto y Emiliano, sueñan con un futuro seguro, lejos de la pobreza y el conflicto de sus regiones natales. Las organizaciones humanitarias insisten en la creación de rutas seguras para proteger a estos menores vulnerables, quienes a pesar de los enormes desafíos, visualizan con esperanza su vida en el norte, lejos de los traumas vividos durante el éxodo.
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