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Intel Anuncia Recorte Masivo de 21.000 Empleos en su Mayor Reestructuración Postpandemia

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La crisis que ha venido azotando a Intel en términos de rentabilidad y liderazgo tecnológico se ha concretado de nuevo en una decisión inevitablemente dolorosa: un drástico recorte de personal. Según el analista C.J. Muse, la tecnológica estadounidense procederá a despedir a 21.000 trabajadores esta misma semana, lo cual representa aproximadamente el 20% de su plantilla actual.

Este ajuste se produce bajo la dirección del nuevo CEO, Lip-Bu Tan, quien asumió el puesto tras la salida de Pat Gelsinger. Tan había prometido tomar «decisiones difíciles pero necesarias» para asegurar la viabilidad de la empresa en el largo plazo.

Esta medida supone la mayor reestructuración de Intel desde 2023, cuando la empresa eliminó alrededor de 15.000 empleos como parte de un plan de reestructuración global. En 2024, una nueva ola de despidos dejó a otros 15.000 empleados fuera de la compañía, de acuerdo con su informe anual. Con esta nueva ronda programada para 2025, el total de despidos superaría los 50.000 en tres años, consolidando una de las reducciones de plantilla más pronunciadas en la historia del sector de semiconductores.

La plantilla de Intel ha estado en constante declive. A finales de 2022, la empresa contaba con 131.000 empleados a nivel global, pero tras los ajustes de 2023 y 2024, ese número se redujo a aproximadamente 109.000. Si se ejecutan los despidos de 21.000 trabajadores previstos, la cifra de empleados caería por debajo de los 90.000, un nivel no visto desde principios de la década de 2010.

Este recorte surge en un contexto donde Intel sigue enfrentando presiones financieras, márgenes en declive y una clara pérdida de competitividad ante rivales como AMD, NVIDIA y TSMC. La empresa ha tenido dificultades para avanzar en los nodos de fabricación más avanzados y se ha retrasado en campos tecnológicos clave como la inteligencia artificial, debilitando su histórico liderazgo.

En el mercado, los rumores sobre los despidos han generado preocupación y cierta expectativa entre los accionistas. A pesar de un breve repunte a inicios de año, las acciones de Intel han caído a menos de 20 dólares por título, su punto más bajo desde 2011. Algunos analistas ven en este recorte una señal de que Lip-Bu Tan está dispuesto a implementar decisiones contundentes para retomar el control de la situación.

La cuestión que ahora se plantea es si esta reestructuración constituye una adaptación necesaria al nuevo ciclo tecnológico o simplemente un intento desesperado de frenar la caída. Por un lado, Lip-Bu Tan busca poner a Intel de nuevo en el camino de la eficiencia, reduciendo costes y enfocando recursos en áreas clave como sus foundries, chips para centros de datos y competencia en IA. Por otro lado, los recortes continuos de personal sugieren que Intel aún no cuenta con una estrategia clara para recuperar el liderazgo tecnológico que ostentó durante décadas.

Intel, que en su momento fue sinónimo de innovación y rendimiento en procesadores, parece ahora atrapada en un ciclo de despidos sucesivos. De confirmarse los 21.000 despidos, la empresa marcaría un nuevo récord negativo, habiendo perdido casi un 40% de su plantilla en solo tres años. La cuestión ya no es cuántos empleados puede permitirse aún despedir Intel, sino si dichas medidas serán suficientes para revitalizar una compañía que durante años fue el motor de la informática global.

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