En un entorno marcado por la incertidumbre económica y la intensificación de las tensiones comerciales, las principales empresas de semiconductores de Estados Unidos, como Intel, Qualcomm y Micron, han intensificado su presión sobre la administración Trump para revisar su política arancelaria. Las tecnológicas advierten que las actuales tarifas podrían incrementar sus costes operativos, reducir su competitividad mundial y desencadenar represalias en mercados internacionales.
Intel, un actor clave en el sector, ha instado a que se otorguen exenciones para las obleas fabricadas en Estados Unidos o utilizando tecnología estadounidense. La compañía sostiene que excluir de tarifas a los materiales importados necesarios para la producción de chips es esencial para evitar un incremento en el precio final de los semiconductores.
Micron, cuyo negocio se centra en memorias y almacenamiento, ha expresado preocupaciones similares. Señala que una aplicación global de tarifas podría poner en desventaja a la empresa frente a competidores extranjeros, a pesar de que su investigación y desarrollo se realiza en territorio estadounidense.
Qualcomm, por su parte, ha adoptado un enfoque centrado en las implicaciones geopolíticas. La empresa, líder en tecnología 5G, teme que una política arancelaria agresiva podría causar disrupciones en la compleja red de suministro global, beneficiando a rivales extranjeros. Alerta sobre el riesgo de que otros países respondan excluyendo componentes estadounidenses de sus productos, lo que pondría en peligro el liderazgo tecnológico norteamericano.
El gigante taiwanés TSMC también ha levantado su voz en esta discusión, destacando la necesidad de plazos ajustados para la implementación de aranceles, especialmente para quienes ya han invertido en expansión dentro de Estados Unidos. La empresa subraya que los aranceles sobre chips de tecnologías pasadas afectarían negativamente a sus clientes americanos y aumentarían los costos de producción.
Las empresas han planteado la importancia de criterios claros para determinar el origen de los productos sujetos a aranceles, enfocándose en dónde se realiza la parte más valiosa del proceso. Proponen, además, que las exenciones se apliquen a equipos de fabricación y materiales esenciales para la seguridad nacional, evitando así el «acumulamiento arancelario».
Este llamado conjunto refleja una creciente preocupación en el núcleo de la industria tecnológica de Estados Unidos. Mientras comprenden la necesidad de resguardar la seguridad nacional, temen que una política comercial excesivamente rígida erosione su competitividad global y fomente la desglobalización. Las decisiones que tome la administración serán cruciales para el destino de una industria estratégica para el futuro de la economía y la tecnología estadounidense. Las voces de sus principales actores, que advierten sobre los peligros de un proteccionismo exacerbado, no deben ser ignoradas.