La mimosa, una planta originaria del sureste de Australia, ha pasado de ser un adorno exótico a una amenaza ambiental en España. Presente en 22 provincias, incluidas Galicia y Cataluña, su rápida expansión está alterando la flora local al competir con especies autóctonas y generando comunidades pobres en diversidad. Su resistencia a condiciones adversas, como incendios y suelos pobres, hace que eliminarla sea complicado y costoso. A pesar de estar catalogada como especie invasora desde 2013, sigue encontrándose en viveros y jardines, lo que impulsa su propagación. Se están realizando esfuerzos de control mediante métodos físicos y químicos, pero la verdadera solución podría residir en frenar su uso ornamental. Además, su floración entre enero y marzo puede provocar alergias, exacerbando su impacto negativo.
Leer noticia completa en OK Diario.