En 2017, un individuo reclamó a las autoridades de Navarra sus servicios prestados como confidente de ETA, describiéndose a sí mismo como alguien dispuesto a colaborar en diversas actividades. La declaración subraya su participación activa en la organización, implicando un papel versátil y dispuesto en sus interacciones con la banda. Esta revelación arroja luz sobre las dinámicas de cooperación entre los informantes y las fuerzas de seguridad en el contexto del terrorismo en España.
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